debate
¿Hacia dónde
va Latinoamérica?
Cuatro miradas sobre
el presente y el futuro de la región
Por
Omar Cereso
DEBATEN
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![](imagenes/oscar-mendoza.jpg) |
Oscar Mendoza
Dr. Relaciones Internacionales
Docente e investigador FACSO - UNSJ
Autor del libro “Democracia, Mercado, Terrorismo
y Guerra Preventiva” |
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Daniel
“Chango” Illanes
Historiador y Periodista
Docente e Investigador FACSO - UNSJ
Autor del libro: “La Historia Social de
la Crisis” |
![](imagenes/CHANGO.jpg) |
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![](imagenes/edgardo-mendoza.jpg) |
Edgardo Mendoza
Historiador y Periodista
Docente FACSO - FFHA - UNSJ |
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Alejandro
Pozzi
Historiador y Especialista en Relaciones Internacionales
Docente FACSO - UNSJ |
![](imagenes/alejandro-pozzi.jpg) |
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Desde las ideas desarrollistas que
impregnaron los años ‘60, hasta el neoliberalismo
salvaje de los ‘90 -pasando por los aires revolucionarios
y contra revolucionarios de los ‘70- la historia de
Latinoamérica fluctuó entre dos grandes paradigmas
político-económicos: el que proponía
construir un desarrollo autónomo para la región
y el que adhería a la teoría de crecer merced
a los beneficios que otorgaba alinearse con los centros
mundiales de poder.
Hoy, el panorama es sustancialmente distinto. El escenario
político de la región es complejo y heterogéneo;
y cualquier intento por situarlo en un paradigma único
puede conducir a errores. ¿Qué está
pasando en Latinoamérica? ¿Hacia dónde
se encamina su futuro?. Sobre estos interrogantes se pronuncian
docentes-investigadores que en sus cátedras y proyectos
abordan esta problemática.
La política y la economía
después de los ‘90
OM: -Gran parte de la región
muestra cambios, pero eso no significa que estemos ante
un proceso revolucionario. Es más sensato hablar
de “un giro a la izquierda” en un proceso complejo
y heterogéneo que protagonizan varios gobiernos y
cuya principal coincidencia es el énfasis puesto
en la política social y en la búsqueda de
un modelo económico, que no sólo busque el
crecimiento, sino también resultados sociales. La
crisis de 2000-2002 dio lugar a respuestas heterodoxas que
aún reflejan la situación particular de cada
país según los recursos y apoyos externos
obtenidos, de allí que sea imposible tratarlas en
conjunto.
DI: -Yo diría que hay cambios
graduales, gatopardismo y algunos radicales. No es lo mismo
el proceso de nacionalizaciones de Venezuela que la creación
de Enarsa en Argentina, que coordina e impulsa intereses
transnacionales en el área energética, mientras
se presenta como garantía del interés nacional.
En las reformas bolivianas se percibe un explicable gradualismo.
El neoliberalismo extremo ya pasó, pero no del todo.
Gran parte de los negocios que ese modelo impuso están
vigentes en muchos países, entre ellos la Argentina:
el mejor ejemplo es el negocio minero a gran escala, con
una legislación sancionada y promulgada desde la
óptica neoliberal, que cuenta con el estímulo
del gobierno actual.
EM: -Hay cambios, y son la consecuencia
de la aplicación de las políticas neoliberales
que han provocado grandes fracasos; sólo queda seguir
con atención el caso de México, que constituye
el último intento de salir adelante con las recetas
del F.M.I.. De los nuevos procesos de desarrollo abiertos
en la región habría que seguir el eje Argentina-Brasil;
indudablemente, el éxito o fracaso de la integración
entre estos dos países tendrá repercusiones
enormes en toda América Latina. Creo que será
una experiencia exitosa, pues para ambos estados la integración
es una cuestión estratégica.
AP: Hay cambios, pero sólo en
América del Sur, ya que México, América
Central y Colombia continúan en los marcos de la
ortodoxia del Consenso de Washington. En América
del Sur se están aplicando políticas heterodoxas;
es decir, hay intervención del estado, control de
capitales, algunas políticas activas, así
como ejercicio de presión sobre el usufructo o propiedad
de recursos estratégicos. Pareciera haber mayor voluntad
para fijar una agenda de política económica
con distintos márgenes de autonomía, especialmente
en casos nacionales y a veces en sectores puntuales, pero
aún no se aprecia una política integral alternativa
de reemplazo del paradigma anterior, al menos desde una
perspectiva regional común.
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La calidad de las democracias
OM: -El balance global es desfavorable.
La crisis económica fue tan profunda que socavó
la confianza en la democracia y en los sistemas de representación.
En recientes encuestas, realizadas en varios países
de la región, surgió un dato preocupante:
a más del 57% de los encuestados no le importaría
vivir en un régimen autoritario si éste le
solucionara sus problemas económicos y la falta de
seguridad. De tal modo que el proceso político latinoamericano
parece favorecer el populismo, las políticas clientelares
y la emergencia de liderazgos mesiánicos, fenómenos
que atentan contra la calidad institucional de nuestras
democracias. Quizás Chile y Uruguay sean la excepción.
DI: -Está mejor que nunca, a pesar de todo. Cuando
era niño este continente estaba lleno de Somozas,
Trujillos y Batistas; en mi adolescencia y juventud estuvieron
los Stroessner, los Onganía, los Castello Branco
y los Banzer. Después vinieron los Pinochet y los
Videla. Hoy hay liderazgos fuertes, pero es absurdo establecer
comparaciones con lo que pasábamos entonces. La democracia
tiende a avanzar. Lo que todavía tiene límites
es la república, porque ésta exige una ciudadanía
más plena, más formada y más definida.
EM: -Puede calificarse como medianamente
buena. Para mejorar es imprescindible aumentar significativamente
los presupuestos en educación. Un joven francés
pasa durante sus primeros 12 años de estudio 32 horas
por semana concurriendo a la escuela, un japonés
44 horas y nuestros chicos sólo asisten en promedio
unas 20 horas por semana; y un paraguayo tiene suerte si
llega a ir a la escuela.
AP: -Creo que es buena, aún
en el marco de grandes imperfecciones y carencias. Se advierte
una consolidación democrática de la región,
con políticas progresivas en materia de derechos
humanos, libertades y garantías, sucesión
ordenada de gobiernos, elecciones limpias, etc. Esto representa
un avance significativo en relación a décadas
anteriores; además, hay una tendencia hacia la participación
de sectores y minorías históricamente postergadas.
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La integración
OM: -En este escenario no es posible
una integración regional. México, América
Central y el Caribe, son parte del área de influencia
directa de EE.UU.; Colombia, Perú y Chile ya firmaron
el ALCA con EE.UU.; los únicos que se oponen parcialmente
son Bolivia y el Mercosur. Además, en los últimos
dos años han resurgido el armamentismo y los conflictos
intrarregionales: Chávez y Uribe recelan uno del
otro; Paraguay y Bolivia tienen hipótesis de conflicto.
Argentina y Chile tuvieron dificultades por el abastecimiento
gasífero; Chile se rearma. También hubo diferencias
entre Brasil y Bolivia y Venezuela; Paraguay y Uruguay amenazaron
con irse del MERCOSUR; mientras el conflicto por las papeleras
parece no tener fin. Ante esto, es insensato alentar una
visión optimista de la integración.
DI: -Creo que vamos hacia la integración,
soy optimista. Me crié políticamente en la
idea de la Nación Latinoamericana. Aprendí
de Jorge Abelardo Ramos las ideas bolivarianas en los años
setenta; y somos muchos los que pensamos así en América
Latina, y son muchos los latinos que piensan así
en EE.UU.
EM: -Creo que la integración
es posible, pero en el largo plazo.
AP: -No veo posible una integración
general de la región. La gran diversidad de intereses
políticos y económicos, la dimensión
del territorio y las profundas diferencias culturales atentan
contra esa posibilidad. Sí parece más viable
la posibilidad de acuerdos, intercambios y cooperaciones
subregionales.
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El fenómeno Chávez
OM: -La influencia de Chávez
en la región es perturbadora. Ningún país
del mundo ha progresado sólo practicando un discurso
beligerante contra una potencia hegemónica y menos
aún justificando las tropelías de los débiles.
Chávez construyó un poder hegemónico
que avasalla los principios democráticos y republicanos.
Esta lógica se sustenta en la idea que un poder excepcional
es el único medio para afrontar los problemas heredados.
Menem y Fujimori son dos ejemplos de esa forma de ver la
política. Hoy ha cambiado el sesgo ideológico
pero no las prácticas que devalúan la calidad
democrática.
DI: -Su influencia crecerá mucho
en los próximos años en el área andina,
también en México y Centroamérica.
Lo que todavía es lento, es el surgimiento de una
macrosubjetividad amplia y plena, que se levante desde los
pueblos mismos, y que todavía viene muy mediada por
los liderazgos. El siglo XXI tiene diferencias con la lógica
bismarckiana. Chávez no es Bismarck, pero es una
expresión de la lucha por la identidad; y para un
sector gigantesco de América Latina, es quien mejor
los representa.
EM: -Chávez es un hecho aislado.
Difícilmente pueda asumir un liderazgo continental,
ya que tanto en el plano interno como externo le falta reflexión,
diálogo y tolerancia. En él predomina la idea
de un enfrentamiento a ultranza contra propios y enemigos.
Distribuir dinero y realizar inversiones en base a la renta
petrolera no es suficiente para convertirse en un referente
regional.
AP: -Chávez es un fenómeno
particular en el actual escenario político. Su impacto
regional es importante, aunque ambiguo, ya que si bien alienta
posiciones autonómicas no necesariamente éstas
se producen como réplica fiel en sus vecinos subcontinentales.
En éstos prevalece la situación interna y
el margen de maniobra que puedan alcanzar frente a las presiones
de los EEUU. y los sectores del establishment. No creo que
pueda convertirse en un líder regional, su posición
es muy radical en algunos temas sensibles.
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Recursos estratégicos
OM: -Creo que primero debería
indagarse acerca de qué recursos permitirán
crecer con equidad y de manera decisiva ¿el petróleo,
el gas, la soja, el agua, los servicios o el conocimiento?.
Esta tarea aún está pendiente, dado que seguimos
oscilando entre los dogmas neoliberales y las viejas recetas
de la CEPAL.
DI: -En el caso energético hay
dilapidación. Los avances científico-tecnológicos
existen, pero el proceso es muy lento. La ciencia y la tecnología
tienen que librar una batalla continental para recuperar
el camino de la autonomía alimentaria, poner a salvo
el medio ambiente del ataque de las transnacionales, no
despegarse riesgosamente de la filosofía, preguntando
siempre adónde va cada inversión y cada negocio.
En eso debe cumplir un papel profundo la Universidad.
EM: -La región está mejor
que hace diez años, pero el progreso es lento. La
política energética de los ‘90 ha llevado
a perder tiempo y recursos. Argentina y Ecuador son los
ejemplos más claros. En ciencia y tecnología
se invierte poco y no siempre bien; además, prácticamente
no existen controles de lo que se hace. Un ejemplo es el
CONICET, que no tiene una política de publicación
y difusión de todo lo que se investiga.
AP: -Los líderes latinoamericanos
están convencidos que una adecuada estrategia en
el sector puede ser clave para el futuro socioeconómico
de la región. Eso explica porqué se están
aplicando incentivos al desarrollo científico-técnico
y a la transferencia y adquisición de tecnología.
La dinámica de los nuevos paradigmas tecnológicos
otorga la posibilidad de adecuarse a los retos de la economía
global a partir de políticas flexibles, y la región
cuenta con recursos naturales y humanos diferenciales, como
así también áreas y políticas
de vanguardia, que pueden ser la base de un adelanto general.
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La relación con el Imperio
OM: -EE.UU. seguirá siendo un
actor clave para la región. Habrá que prestar
especial atención a la marcha de la estrategia adoptada
por la administración del presidente Bush después
del 11/9, hoy cuestionada en su propio país, por
cuanto desde aquí se configura una agenda continental
poco favorable para la región. En América
del Sur, Chile aparece como el garante y constructor de
un orden regional en cooperación con los intereses
de EE.UU.; mientras que en la antípoda de esta posición
se encuentra Venezuela, que propone un orden alternativo
apoyándose en sus ingresos petroleros, que en gran
medida provienen de las arcas norteamericanas.
DI: -Si la guerra de Irak termina,
América Latina va a subir lugares de importancia
en la agenda de EEUU. La idea de patio trasero controlable
militarmente terminó, pero en su reemplazo está
el control mediático y la “academia global”,
mucho más eficientes para la dominación que
las operaciones de inteligencia y la violencia política,
que han desprestigiado a Washington. La nueva agenda va
a incorporar acciones más sutiles.
Argentina, en la próxima presidencia, tratará
de situarse como puente entre Washington y Caracas, el tiempo
dirá cuánto más cerca queda de un esquema
u otro.
EM: -La situación en Medio Oriente
es la que demanda la mayor parte de la atención de
EE.UU. América Latina seguirá ocupando un
segundo o tercer lugar. De todos modos, los países
de la región han ganando en dignidad. El último
ejemplo es el de Ecuador, donde se eligió un candidato
que rechaza de plano los condicionamientos del Banco Mundial
y del FMI, los organismos que tradicionalmente han menoscabado
los intereses y la dignidad nacional en América Latina.
AP: -Las preocupaciones de EE.UU. pasan
por las áreas de seguridad, energía, economía
y narcotráfico. Atendiendo este orden de prioridades,
América Latina aparece relegada a un segundo plano
de atención. Así, su principal interés
e injerencia en la región seguirá pasando
por lo económico (para atenuar su déficit
comercial global) y cierta preocupación geopolítica
por el eje Venezuela-Cuba, que ha requerido mayor atención
en las últimas semanas.
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Lo que se viene
OM: -Aún no se visualiza un
modelo económico alternativo al Consenso de Washington;
lo que se aprecia es un conjunto de políticas neodesarrollistas,
que hacen gala de un agresivo nacionalismo y un estilo confrontacional
con los inversores extranjeros, pero que apenas asoma en
un mar de medidas redistribucionistas. Falta ver cómo
ocurrirá un cambio estructural basado en un nuevo
modelo productivo que ataque los problemas sociales y permita
fortalecer la democracia.
DI: -Creo en la posibilidad de un modelo
sinérgico: coexistirán por mucho tiempo formas
cercanas al socialismo, con formas capitalistas y con un
Estado, o un bloque estatal de integración - ya se
verá la forma - que avance en el control de lo estratégico.
Mientras el norte vaya aprendiendo a dejar de ser imperio,
el sur irá diseñándose como Nación.
Este es otro siglo, otro tiempo, otra historia.
EM: -Existen grandes posibilidades
de encaminarnos a un crecimiento económico sostenido
en un marco de relaciones institucionales más creativas
y dignas que, de mantenerse, darán frutos en el largo
plazo. Siempre respetando el nuevo paradigma de la democracia,
que implica tolerancia, respeto y una mayor participación
ciudadana en absolutamente todos los aspectos del acontecer
social e institucional.
AP: -Pienso que la política
latinoamericana va consolidándose en un paradigma
democrático, el que estará amenazado por factores
tales como la fragmentación social y las carencias
en el desarrollo integral, así como la creciente
presión de los EE.UU. para militarizar la respuesta
al narcotráfico y el descontrol social. Si bien el
modelo del Consenso de Washington ha sido fuertemente rebatido,
el modelo alternativo no pareciera responder todavía
a un patrón claramente definido, sino más
bien a una respuesta pragmática con una buena dosis
de heterodoxia.
“Estamos ante una
oportunidad histórica” Carlos
“Chacho” Alvarez
Presidente de la Comisión Permanente del MERCOSUR
Exclusivo para Revista U
“Sudamérica
está hoy ante una gran oportunidad histórica.
Primero, porque tiene presidentes que aún pensando
distinto están comprometidos con el proceso
de integración. Además, todos saben,
exceptuando a Chávez y Morales, que el desarrollo
de sus países no pasa por confrontar radicalmente
con Estados Unidos, sino en mantener una relación
madura y autónoma, sabiendo que hay intereses
que se pueden conciliar y otros que no. Segundo, porque
hay buenas condiciones económicas; por primera
vez los indicadores macroeconómicos de todos
los países de la región son positivos.
Y tercero, porque hay un cambio muy favorable en la
geografía del comercio mundial; la incorporación
de China al mercado internacional está desplazando,
después de dos siglos, el eje del poder comercial
desde el Atlántico hacia el Pacífico.
Esa es la razón por la cual el corredor bioceánico
es una herramienta estratégica para la región
y, particularmente, para la Argentina.
Si Sudamérica tiene alguna posibilidad de convertirse
en una entidad política supranacional, no debe
quedar ninguna duda que el punto de partida es el
MERCOSUR, que a pesar de sus falencias no ha dejado
de ser la experiencia de integración más
exitosa que ha existido en la región”.
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