Los programas informáticos de manipulación de imágenes son seductores y esa seducción es, en muchos casos, la que encandila la mirada y la desplaza del centro del problema hacia una periferia cercana a la miopía.
Las nuevas tecnologías y los procesos de post producción de imágenes son parte del mundo de la fotografía y de los saberes de un artista-fotógrafo. Cuando los programas informáticos de manipulación de imágenes son usados con coherencia mejoran y potencian el discurso que la obra en sí misma propone. La manipulación de imágenes abre un nuevo horizonte en el desarrollo de una obra pero también genera un efecto rebote que en algunos casos descuida una de las acciones más puras del lenguaje fotográfico: la mirada.
Un poeta trabaja con el lenguaje, juega con las palabras, con su estructura, sus ritmos; al igual que un músico, con los sonidos, las notas, las armonías, entre otros elementos del pentagrama musical. Pero en los dos casos deben conocer y dominar el lenguaje, los sonidos y los silencios.
El fotógrafo trabaja con luces pero es el ojo su herramienta principal. La cámara es sólo el instrumento, al igual que un violín, que interpreta esa mirada y, a esta mirada hay que entrenarla, ponerla en juego, volverla insolente, curiosa y pulirla como al oído de un buen músico.
Obviamente esa mirada debe estar atravesada por un discurso que la contenga y la legitimice. Es una acción primitiva que forma parte de la esencia del lenguaje fotográfico.
Dominar la mirada, transformarla en un pincel para construir imágenes que permitan materializar la luz y que esa luz interrogue al propio lenguaje fotográfico.
Los programas informáticos de manipulación de imágenes son seductores y esa seducción es, en muchos casos, la que nos encandila la mirada y la desplaza del centro del problema a una periferia cercana a la miopía.
Un buen artista-fotógrafo puede desarrollar una propuesta más o menos interesante, con mayor o menor grado de profundidad, puede dominar programas de retoque digital pero lo que no debe descuidar es la mirada porque justamente esa mirada lo va a volver diferente, único y va a transformar su ojo en su huella digital.
La muestra «Los códigos de la mirada» de F. Levato estará en la Sala 3 del Museo Franklin Rawson hasta el 13 de octubre del 2013.

Escribe:
Federico Levato
Fotógrafo
Licenciado en Artes Visuales. Docente del Departamento de Artes Visuales
Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes – UNSJ
Reportero gráfico