Revista La U

Notas sobre “La noche de la filosofía 2018…”

La filósofa, docente e investigadora Cristina Póstleman del Instituto de Expresión Visual, reflexiona sobre la «Noche de la Filosofía» (que se realizó en Buenos Aires) y un artículo del diario La Nación que dio cuenta de ese evento.

 

Por Cristina Pósleman

Desde las 19 del 30 de junio hasta las 2 del 1 de julio, se llevó a cabo por segunda vez -la primera edición fue el año pasado-, el evento denominado “La noche de la Filosofía. Una fiesta del pensamiento/2018”, organizado por el gobierno de la Provincia de Buenos Aires. La “fiesta” continúa con la crónica de Daniel Gigena publicada en el Diario La Nazión a la luz del día siguiente, que resume en algunos párrafos, lo acontecido en esa oportunidad.

Gigena titula su nota: “Una serie, la coyuntura social y Gilles Deleuze en La Noche de la Filosofía”. Tres tópicos, articulados sin otro fin que el de “pensar sin prejuicios”, como describe sus aspiraciones epistemológicas Hernán Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos de la Jefatura de Gabinete de Ministros, en un comunicado enviado para la ocasión. (Cabe aclarar que Lombardi no puso el cuerpo pero sí la firma). El rejunte de los tres tópicos, sumado al gran propósito de “pensar sin prejuicios”, resulta una fórmula eficaz con la que Gigena pretende dejar sin efecto lo que él describe como: “documento crítico sobre los despidos en la agencia estatal Télam y la creciente ‘homogeneización’ política y mediática”. Escrito éste, firmado por personajes como Horacio Tarcus, a quien no podemos reprochar reveses micro-fascistas, y quien –presumimos- decidió no dejar pasar la oportunidad de convertirse en el “aguafiestas” de la edición 2018. Tarcus, un reconocido historiador de la izquierda en Argentina, aparece entre muchxs a lxs que sí nos cuesta desligar de la política de Cambiemos.  Además, con esa fórmula Gigena tiñe de pintoresquismo lo que llama en el título de otro apartado: “La otra noche de la Filosofía en Télam”. En este momento se corre del lugar de enunciación para transcribir fragmentos de lo allí dicho y para enumerar algunxs/os de lxs filósofxs que integran el grupo reunido en Belgrano al 300, frente a Télam. Operación de reapropiación especulativa, consistente en convertir la potencia deseante de la resistencia, en el resguardo o en la redención, por donde se cuela la consigna  pluralista neoliberal,  de “no meter todos los gatos en la misma bolsa”.

Los dos primeros tópicos no nos sorprenden. El qué si lo hace es el tercero: la alusión a Gilles Deleuze, lanzado a la bolsa de los “sin prejuicios”, boyando en la noche de los “gatos pardos”. Fernández, quien hizo la presentación sobre Gilles Deleuze en la “fiesta” y a quien el autor de la nota del diario alude, usa los términos “anarco-capitalista” y  “disidente de la social-democracia” para sintetizar la línea de pensamiento de Deleuze, además de asegurar que para el filósofo “todas las revoluciones, ya sean de izquierda o de derecha, son ‘liberticidas’ y terminan mal”. Así leído, desarticulado de su contexto teórico, barriendo toda marca pragmática, Deleuze queda convertido en un “nominado” de la conciliación histórica y política, y como promotor de una unidad formateada por la maquinaria capitalista. De esta manera, como cualquier otro filósofo (en masculino, ya que ni se les ocurre aludir a una filósofa, o lo hacen a duras penas) que hubiera sido aludido en esa celebración, funciona de plumerazo de los efectos de explotación sobre los cuerpos, sobre las economías nacionales devastadas, sobre los efectos de denigración del conocimiento, del desmorone de las organizaciones populares, producidos por las políticas llevadas a cabo por el Gobierno de Cambiemos. El mismo que convoca a la “fiesta”.

Lo llama también: “pensador sin un programa institucional aparente”. Limpiándose todo sustento teórico, a Gigena le conviene resaltar esta aberrante filiación que le otorga Fernández con dicha expresión. Les conviene esta mirada sobre la filosofía deleuziana, que la convierte en un pensamiento borroso, prendidamente inmune a cualquier coyuntura. Saltándonos al cronista, en el mejor de los casos Fernández adhiere a los ensayistas que niegan la existencia de una filosofía política en Deleuze, arguyendo que se trata de un autor que no necesita donar un ápice de su tiempo de escritura a la enciclopedia filosófico política para incidir en el ámbito de las relaciones de poder. Que lo hace por otros caminos. Hasta ahí podemos al menos disentir. En el peor, este conferencista de Deleuze, sostiene que lo que hace el filósofo es una post-política, que habla de un post-poder, que así lo que hace es describir la desterritorialización absoluta de la concepción productivista del capitalismo, que se expande ahora hacia una perspectiva basada en la volatilización económico política, y por qué no epistemológica, a la que está destinado. Con eso no podemos transar.

Nada más alejado de un pensador que desde sus primeros escritos se declara a favor de la creación de instituciones revolucionarias, enfrentado insistentemente a los caprichos contractualistas de esta necro-política neoliberal. Y nada más alejado de un pensamiento que pone cuerpo a una crítica de las filosofías  que “separan el pensamiento de la vida”, que “organizan” o “clasifican” estratégicamente nuestras corporalidades, para sustraerlas de esta manera de las verdaderas luchas emancipatorias.

Por eso, lo que parece designar tres ámbitos diferentes y reconciliados, tres costados  analíticos de la coyuntura del conocimiento filosófico hoy, se revelan como uno y el mismo, el de la anti pedagogía de lo hipócrita.


Fuente de la imagen: http://www.cck.gob.ar/lanochedelafilosofia

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