Escribe: Cristina Pósleman (Instituto de Expresión Visual de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes – UNSJ)
30 ejemplares de Tarugo, de Gisela Cardin, confeccionados con “papel bookcel 80 gr/m² y encuadernación cartomé de lomo recto con costura francesa”, circulan desde el mes de diciembre por las calles ardientes de la Provincia de San Juan.
Sin demora, la dedicatoria (“a mi viejo, donde esté”) y el epígrafe (“No fue magia. CFK”), indican que se trata de evocar un sólo y mismo sentimiento. A partir de ahí una secuencia centellante de instantáneas de lo cotidiano, va construyendo una historia compartida. Una tal que excede la memoria del padre y la de la autora misma.
Como les lectores podrán apreciar en el índice que está dispuesto al final, los dieciocho episodios que conforman el libro no tienen nombre. O lo tienen, pero son cifras que no cabe revelar. Cada une de nosotres lo hará a su ritmo, a su momento. Como lavar los platos o preparar un café.
La edición incluye un posfacio escrito por Cristian Marin y Celina Ugrin. Un protocolo de experimentación que, sin pretensiones exegéticas, respeta al máximo la impronta de ternura que constituye la materia principal con la que esta obra se compone.
En la última página, además de la descripción de la composición material del papel utilizado en la confección, hay una declaración de principios relativa a la política editorial de Panlengua. Se trata, como está escrito, de un trabajo “colectivo, artesanal y procesual”. Por eso, cierto honor de ser partícipes del libro como acontecimiento, se nos asegura a quienes recorremos sus páginas. La invitación está hecha.
Imagen de portada: Gisela Cardin