Hoy a casi 50 años de de la Noche de los Lápices, un sector de la juventud argentina parece estar caminando en una dirección opuesta a la de esos jóvenes revolucionarios. Para realizar un análisis de aquel hito histórico y del actual suceso social, dialogamos con la referente universitaria y politóloga Silvia Lara.
Por Marcela Ormeño
El pasado 16 de septiembre se cumplieron 47 años de aquella noche de 1976, en la que varios estudiantes de La Plata fueron secuestrados en sus domicilios luego de una protesta en reclamo del boleto estudiantil secundario. El operativo de secuestro fue bautizado por un comisario de la Bonaerense comandada por Camps como «La Noche de los Lápices», y se realizó en el marco de la dictadura de Jorge Videla.
Silva Lara, docente universitaria, recientemente jubilada, politóloga y especialista en Relaciones Internacionales, evocó a esos/as jóvenes de la Noche de los Lápices: “Fueron en alguna manera contemporáneos míos. Su secuestro, tortura y posterior muerte, fue un castigo a la militancia que era lo que de alguna manera había que borrar del país, una represión a la participación política, además del boleto estudiantil por el que se venían manifestando desde el ‘75. Eran jóvenes militantes que pertenecían a la Unión de Estudiantes Secundarios y Guevaristas, muy comprometidos con causas colectivas, que la pagaron muy caro. Fueron muy pocos los sobrevivientes de dos generaciones de estudiantes destruidas por un terrorismo de Estado brutal”.
“Hoy – siguió afirmando Lara – no deberíamos olvidar esa lucha y sobre todo la actual juventud. Creo que todas esas vidas que se sacrificaron fueron por el derecho a militar, a luchar por intereses e ideales colectivos. La Noche de los Lápices tendría que ser un hito importante, visto permanentemente. Porque fue una generación que dejó la vida, y no por simplemente el derecho de que los dejen hacer lo que se les viniera en ganas. Aquellos jóvenes entregaron su futuro”.
Frente a la solicitud de su análisis de por qué un candidato libertario apareció primero en las urnas y con un gran apoyo de la juventud, expresó: “En contrapartida y aunque no me gusta generalizar porque hay juventud también muy comprometida, lo que está pasando hoy con las distintas causas que se luchan desde la posición libertaria, es sumamente complejo de analizar. No quiero condenar la actual juventud como alguna vez condenaron las juventudes de mi época, pero esta juventud que se retrotrae a ideas arcaicas, debería tener presente el sacrificio que significó lograr la libertad de participación política. No era plantarse a quemar un barbijo en la calle, fue prácticamente arriesgar la vida en épocas muy difíciles para conseguir logros colectivos. Eso no quiere decir que todos los jóvenes, ahora, tienen que poner en juego su vida, en ese momento fue así, porque estábamos en medio de un gobierno autoritario, una dictadura. Hoy la juventud libertaria tiene como foco de análisis una inmensidad de causas que tienen que ver con todo un movimiento de avance de la derecha mundial. Tuvo mucho que ver el tema de la pandemia. Obligó a que el mundo se detuviera y fue el caldo de cultivo perfecto para encontrar una causa, no siempre bien manejada, de lucha contra este Estado que impedía la libertad. Lo vimos en la cantidad de fiestas clandestinas y marchas quemando barbijos. La pandemia aisló de alguna manera y generó otro tipo de actividad, las comunicaciones empezaron a ser no personales sino estrictamente virtuales, y hubo todo un desafío para romper esa cuarentena que se suponía impuesta por un Estado autoritario, cuando en realidad era una forma de cuidado. Fue el caldo propicio para manifestarse como rebeldía frente a esa limitación, una lucha contra una ‘opresión’, que nos estaba cuidando. Después se le fueron sumando otras cosas más como la situación económica, el descontento”.
“Hubo quienes interpretamos la cuarentena como cuidado y lo agradecemos -continúo diciendo Lara- pero para la juventud, el tiempo de aislamiento fue muy duro. Cualquier psicólogo social puede decir que en la gente joven que vivió un tiempo de aislamiento muy estricto, generó cuestiones psicológicas complicadas”.
Habiendo dejado evidenciada la pandemia como el origen de lo que se está pasando a nivel mundial, la docente insistió: “Ahí se considera que las ideas de derecha comienzan a tener fuerza, porque si recordamos las manifestaciones anti cuarentena no fueron argentinas sino mundiales. Fue el caldo de cultivo para imponer en muchos jóvenes, que el Estado estaba teniendo actitudes autoritarias y de alguna manera luchar contra esa cuarentena y la posición del Estado, se convirtió en una expresión de rebeldía. Se transformó en una búsqueda y una malinterpretación de lo que es la libertad. La libertad no es netamente individual y el estado siempre fue el gran arbitro mediador para compensar faltas de derecho. Ahora quieren erradicar ese Estado y dejarlo en su mínima expresión”.
Luego la politóloga describió la actual juventud, en diferencia con aquella de 1976: “En primer lugar, parte de la juventud actual está retomando como novedosas, ideas muertas, y desde un punto de vista más individualista que colectivo. El salvar el mundo, hoy a diferencia de La Noche de los Lápices, no es salvar el mundo a pesar de mi individualidad y en pos de un beneficio colectivo, sino en pos de la libertad absoluta. Una libertad que en realidad es relativa. Quieren la libertad, pero no le reconocen la libertad a los demás, ni el derecho de elegir, ni la perspectiva de género, ni la igualdad de oportunidades. Sino que parten de la base que somos diferentes, por ende, dependerá de lo que cada uno haga en sí mismo y no de lo que el sistema social te permita nivelar. Piensan que cada uno puede utilizar sus oportunidades sin que exista el Estado. Éste ya no es el articulador de la vida social sino un obstáculo. Estamos retrocediendo de alguna manera. Hoy tenemos una visión de salvación individual. De alguna manera se rompe la sensación de construcción colectiva y se vuelve individual. Porque a pesar de que son movimientos colectivos su postura es individual y contradictoria. Ni siquiera son liberales. El libertario parte de una base, de un sentido que se diferencia del liberalismo, porque le importa una libertad absoluta”.
La analista mencionó la pandemia, el individualismo y el descontento como elementos articuladores del surgimiento de la derecha. Pero era necesario saber más sobre cómo funciona el descontento en todo esto. A lo que la politóloga explicó: “Generalmente la derecha tiene que ver con el descontento mal canalizado, con la sensación de que no hay futuro. Eso sucedió históricamente, aunque las derechas actuales difieren de las derechas a las que hacemos referencia, porque aquellas derechas eran más nacionalistas. Hoy no lo son, hoy van contra el Estado, impulsan la destrucción del Estado y todo lo que es público. Obviamente tiene que ver con un manejo ideológico, no es ingenuo este movimiento, tiene el soporte de una estructura internacional muy fuerte. El descontento se genera porque hay sectores sociales que están muy mal, fuera del sistema, como los que tienen trabajos informales, en negro. El problema es ¿cómo llegar a las personas que están fuera del sistema? En general las ayudas van para los que de alguna manera están contemplados en los planes, en las AUH, etc. Pero hay un sector de jóvenes que, por estar externamente al sistema, es difícil que la ayuda llegue, aunque de alguna manera la colaboración llega por un beneficio general. Pero esa sensación de estar fuera del sistema, a quienes no les afecta un aumento de sueldo, sumado a la frustración de que el gobierno anterior fue un desastre y al montón de expectativas no cumplidas por el actual gobierno, terminó detonando en disgusto”.
Al análisis anterior Silvia Lara incorporó un cuarto elemento partícipe de la situación: “También hay algún tipo de falla cultural de las otras generaciones anteriores, donde hay un quiebre en la narrativa histórica. Muchos chicos y chicas no saben cuál fue la lucha que existió por el derecho que tienen hoy a votar y a pensar. Ha habido una falla en la transmisión de la historia, de la cultura, de lo que significó. Entonces hubo un error generacional del cual tenemos que hacernos cargo. Porque la historia no se transmitió. Por otro lado, hay quienes les dicen que no fue tan así, y están viendo la teoría de los dos demonios. Cabe preguntarnos ¿Qué pasó en el medio con el concepto de dictadura, que no se transmitió?”
Además, no se podía dejar de lado la participación de los distintos medios de comunicación en el surgimiento del movimiento libertario, a lo que la docente manifestó: “Con respecto al trabajo de la derecha con los medios es brutal. Inclusive creo que a los medios se les fue de las manos. Hoy en realidad éstos no están muy contentos con la aparición de Milei. Porque pasó a ser de alguien que aportaba su idea a algo muy disruptivo. Pero sin duda, colaboraron en esta construcción de rebeldía de derecha, que es una rebeldía contrarrevolucionaria”.
Finalmente, se le hizo la pregunta, sobre cómo resolver ese dilema para contrarrestar la derecha. Lara respondió: “Lo correcto sería interpretar lo que está pasando y dar una solución diferente, más colectiva con nuevas utopías y mirar a las personas que están en situación de quien elige eso y en la situación de no encontrar los márgenes de expresión colectiva necesaria. Los jóvenes tienen que ver ahora que hay una manera de poner la vida al servicio de intereses colectivos y no simplemente la libertad de hacer lo que se les dé la gana. Sería bueno preguntar a esa juventud que hoy se manifiesta en contra de todo lo colectivo, qué pasaría si esa forma de pensar les costara la vida, como pasó con aquellos jóvenes de la Noche de los Lápices y tantos otros. No hay que olvidar que el derecho que tienen de manifestar sus ideas sin que les cueste la vida, es el resultado de la lucha de muchos, para que su libertad pueda ser hoy posible”.
Imagen de portada: Promoción 1975 de la Escuela de Comercio «Libertador Gral. San Martín», de la UNSJ, de la que Silvia Lara era parte.