Revista La U

“Que este planeta quede sin actividad humana es una posibilidad que en 1917 no existía, y ahora es perfectamente posible”

Por Fabián Rojas

Entre el paisaje común y repetido de obstinados tembladerales económicos y sociales propios de la América Latina desigual, el ensayista y doctor en Ciencias Sociales summa cum laude por la Universidad de Buenos Aires (UBA) Alejandro Horowicz dialogó con Revista la U. El motivo de su visita a la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes había sido la presentación de su libro “Lenin y Trotsky. Los dragones de Marx” (Crítica), en el que revisita, en lo que considera como tarea impostergable del presente, el debate entre esas figuras de la revolución rusa de 1917. Horowicz pudo unir la actualidad política, social y económica argentina y mundial con el tópico del libro, porque considera que estos persistentes tembladerales son hijos de una derrota histórica de la clase obrera ante el capital. Y sostiene que, en este escenario de batalla ganada por el capitalismo, explicar y argumentar no interesa a los vencedores. Y así surgen las posverdades. “El vencedor no necesita argumentos y los derrotados no están en posición de reclamarlos”, dice. Por eso, en esas páginas el autor afirma que “entender el problema de la revolución no supone restablecer la victoria revolucionaria bolchevique, pero contiene el primer paso para pensar otra vez un mundo radicalmente distinto; uno que no esté por terminal muy mal”. En similar sentido, ante esta revista advierte: “El Covid 19 no sucedió de casualidad, es el resultado de romper los hábitats ecológicos por un modo de explotar la tierra simplemente en términos de rentabilidad. El milagro es que no tengamos un Covid cada dos semanas, y este es el asunto que nos hace saber en qué punto estamos”.            

-Usted sugiere que cierta academia suele considerar a gran parte de la sociedad como ignorante y que, por eso, no necesita explicar. ¿Ahí entrarían ciertos historiadores?

-Conviene tener cautela en cómo formulamos esto. Existe una versión de la historiografía que es una versión meramente erudita, que consiste en recopilar documentos, organizarlos en una línea temporal y sostener que la importancia de esa organización informativa está dada por la seriedad de la documentación. Walter Benjamin pensaba que, por el contrario, el problema era heurístico, es decir que el problema no es simplemente la documentación sino, sobre todo, la lectura que somos capaces de hacer en base a los documentos. Hay que entender que, en rigor de verdad, documento puede ser desde una fotografía hasta un diario personal, desde un documento público hasta aun periódico. La idea de fuente documental es tan amplia como la actividad humana. Entonces nos podemos preguntar si simplemente lo que pasó hace cien años pasó y se terminó.

-El presente es resultado de procesos, del devenir de la historia…

-Si uno tiene que explicarse un fenómeno como el chino, que es un fenómeno absolutamente contemporáneo, si se mira lo que ocurre con Tik Tok por ejemplo, que es una plataforma china que tiene 170 millones de hombres y mujeres que la utilizan, esto, además de que a Estados Unidos no le gusta, hace treinta años era inimaginable. Ahora China es la locomotora de la economía mundial. Creer que esto puede entenderse sin entender el Programa de las modernizaciones, de 1978; o que ese programa puede entenderse sin entenderse la Revolución China y el maoísmo; y no entender que el Partido Comunista Chino se funda en 1921 a resultas de la creación de la III Internacional, que encabezan Lenin y Trotsky, es no poder entender seriamente qué está pasando en el presente. No simplemente entender con la última noticia vacía y tapada por la próxima última noticia que nos informa de nada y nos desinforma de todo.

-Entonces, para entender, sí es preciso ir hacia atrás

-Sí porque para entender es preciso establecer un hilván conceptual, sin este hilván la comprensión no existe. Por lo tanto, todo lo que está vivo abreva en esa tradición, desde el movimiento de mujeres hasta las estructuras sindicales, y también los partidos políticos con programa, cosa que ya va desapareciendo porque ahora el programa es el día a día. Y para poder exponer una crítica seria a este modo de entender la política como marketing, tenemos que entender la política desde una lectura más conceptual.  

«La Revolución Industrial no es un proceso sin costo social ni político; la prueba de esto está a la vista» (Alejandro Horowicz) 

-Hay actores fuertes hoy en la política, la comunicación y otros ámbitos que pueden atenuar, disminuir o incluso negar una revolución de la historia. ¿Es una suerte de construcción de posverdad?

-Usted ahí toca un núcleo delicado y decisivo. Conviene recordar que la memoria humana es una memoria lábil y que difícilmente supere la experiencia directa. Borges decía que el libro es una ampliación de la memoria. Si nosotros planteamos y plantamos la posibilidad de entender, en otros términos, estamos haciendo una política que impida este tipo de comportamiento altamente eficaz como la posverdad.

– ¿Se ha falseado la historia y se hace poco en contra de eso?

-Perder no es una actividad que no tiene consecuencias. Este es el resultado de una derrota histórica. El socialismo ha sido derrotado, el capital le ha ganado a la clase trabajadora y esto no podemos ignorarlo. Y no es simplemente lamentándonos por ello que le ponemos alguna clase de remedio. Conviene entender algo: es cierto que hemos sido derrotados, pero no es cierto que esta derrota es inocua. Que este planeta quede sin actividad humana es una posibilidad que en 1917 no existía, y ahora es perfectamente posible. La barbarie no es un programa a futuro, está sucediendo delante de nuestros ojos.     

– ¿Una barbarie industrializada?

-La Revolución Industrial no es un proceso sin costo social ni político; la prueba de esto está a la vista. El Covid 19 no sucedió de casualidad, es el resultado de romper los hábitats ecológicos por un modo de explotar la tierra simplemente en términos de rentabilidad. El milagro es que no tengamos un Covid cada dos semanas, y este es el asunto que nos hace saber en qué punto estamos.  

-Cuando la extrema derecha empieza a cancelar derechos, ¿tiene límites?

-Ninguno. Conviene saber algo: el único límite es el que nosotros somos capaces de construir como tal; de lo contrario, debemos saber que tal límite no existe.   

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