Las mujeres indígenas Olga Sulca, Nayra Eva Cachambi Patzi y Mónica Chacoma discutieron la importancia de un pluralismo dentro de las universidades que incluya los saberes ancestrales y las tradiciones como defensa de lo propio.
Por Belén Ferrer Torrent
Centenares de años pasaron entre sociologías sin mujeres visibles y sin interculturalidad presente en los debates y pensamientos académicos. Esto logró reducir la totalidad de perspectivas de esa importante ciencia para la sociedad.
En el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSJ se realizó el conversatorio “Mujeres Indígenas en la Educación Superior: Conversar los caminares para Estar, Hacer y Ser en territorios ancestrales y académicos en Argentina”, en el marco de las 4º Jornadas de Sociología en esta Universidad. El conversatorio estuvo integrado por la Dra. Olga Sulca, Prof. Nayra Eva Cachambi Patzi y Dra. Mónica Sonia Chacoma, mujeres universitarias indígenas de diferentes pueblos de la región.
También acompañaron autoridades de la UNSJ y mujeres representantes de los Pueblos Originarios (PPOO) de San Juan.
El giro epistemológico
La reflexión disparadora fue pensar la sociología sin las mujeres y la interculturalidad. Estos términos fueron silenciados por cientos de años y lograron reducir la totalidad de perspectivas de una ciencia crucial para el cuerpo social, como lo es la sociología.
“En la actualidad, parecería que se habla más de decolonialidad que de interculturalidad”, denunciaba una de las integrantes del panel. El camino es empezar a “hacer”, mirar al presente y al futuro para lograr el giro epistemológico, que tenga en cuenta la preexistencia y la actual existencia de los PPOO y sus saberes.
Ante esto, Olga Sulca comentó una anécdota que vivió al comienzo de su participación profesional en la Universidad: “Allí, al interior de nuestro departamento comenzamos una lucha y una resistencia. Cuando uno enseña ‘Prehistoria’, siempre piensa y coloca a la cuestión indígena como un pasado, en piezas de museo. Mi preocupación era, si nosotros estamos presentes, ¿por qué estudiarlos y pensar sólo en ese pasado?”. Cuando se renovaron los planes de estudio en esa universidad se planteó un giro epistemológico y esta materia pasó a llamarse “Historia Indígena Americana y Extraamericana”. Este renombramiento no necesariamente buscaba cambiar completamente los contenidos originales sino de agregarle la actualidad de los Pueblos y revalorar su resistencia, su existencia y su lucha.
Sulca insistió en seguir trabajando y hacer realidad la construcción de currículos y prácticas académicas sustentadas en la diversidad sociocultural, con autores/as indígenas y perspectivas que dialoguen sobre los intereses y las preocupaciones sobre el sostén de la vida de todos los seres que habitan en Pekne Teta, Pacha Mama, Madre Tierra, y desde aquí poder bregar para que los derechos sean válidos y valiosos para toda la humanidad. En definitiva, el objetivo es visibilizar la complejidad y multidimensionalidad de los fenómenos sociales.
Resistir a través del tejido
Por otro lado, una de las labores en que las universidades deben estar comprometidas es en acompañar en la tarea de revitalizar las prácticas ancestrales que, sin dudas, han resistido las invasiones, la violencia y el silenciamiento de los PPOO. Porque no solo se aprende con autores académicos occidentales, sino también en territorios indígenas. “Y esto no es una guerra, es pluralismo epistemológico”, dictamina la oradora.
Sulca además comentó otra anécdota: “Cuando realicé mi tesis doctoral estuve 19 años trabajando en una comunidad con el tema del tejido y una de las críticas que me hacían algunos compañeros fue la cantidad de años que ‘demoré’ en concluirla. En primer lugar, hicimos un diagnóstico y concluimos que la práctica del tejido venía en franca decadencia. Me podría haber quedado con ese diagnóstico y analizar qué factores incidieron para que esa práctica textil comenzara a debilitarse, hacer unas cuantas entrevistas y cerrar el trabajo de investigación. Pero no podía cerrar ahí, ese no era el objetivo. Yo ya había empezado a trabajar con las compañeras indígenas de la comunidad y ellas me decían ‘profesora, hay que hacer algo con el tejido. No queremos que desaparezca, hay que revitalizarlo’. Entonces empezamos a pensar qué puede hacer la universidad”.
Es así que con este grupo organizaron el Encuentro de Tejedores en el 2010, con el objetivo de invitar a otras generaciones que se empezaban a interesar en esta práctica. “Llevamos 14 encuentros de tejedores y eso no solo era mi tesis doctoral, era un proyecto colectivo buscando el objetivo de la comunidad: Revitalizar el tejido; porque si hay algo que se ha mantenido inmune frente a distintos procesos históricos, son las técnicas textiles. Han resistido la colonia, los procesos republicanos y la globalización. Una antropóloga francesa decía: ‘Los tejidos son la resistencia. En esa urdimbre y trama, han podido resistir lenguajes codificados que el español no pudo sospechar y que actúan como elementos subversivos”.
Incluso en el presente deben seguir resistiendo. Es sabido que en la industria de la moda se han plagiado tejidos y diseños pertenecientes a los PPOO. Desde el 2015, con el caso la blusa de Santa María Tlahuitoltepec, los plagios por marcas internacionales se han dado a conocer cada vez más en las discusiones sobre los derechos de propiedad intelectual de los pueblos indígenas y se busca cómo evitar estas situaciones.
La tradición y la cultura como sistema de defensa
En el marco del Día de la Tradición el pensador digital y abogado, Tomás Rebord, habló sobre este tema en el programa de streaming “Hay algo ahí” del canal de Youtube Blender (a partir del minuto 26). Allí, Rebord da una interesante definición de tradición, que es costumbre y cambio a la vez: “Es una manera de comulgar con los muertos. La cultura son lazos de confianza entre personas, es decir, tácticas de permanencia. Es la confianza entre generaciones, es construir confianza con nuestros muertos que reafirman mi esencia. También es un sistema de defensa de lo propio, pero no es inmutable si no corre el riesgo en caer en la fetichización de la idea”.
A su vez, Rebord recalca que este es un momento ideal para levantar la bandera de la tradición, no solo por el contexto político, sino sobre todo por el “contexto globalizador de un mundo que se desintegra algorítmicamente”. Por lo que propone amigarnos con nuestros abuelos/as porque eso hace a una Nación, forjar y mantener un destino en común, que justamente está en riesgo. Y, para Rebord, está en riesgo por una manera de comunicar que solo se acelera y por una manera de establecer relaciones entre nosotros que mata a nuestros ancestros y que destruye la confianza entre generaciones.
A pesar de que Rebord es hombre y no habla en su editorial sobre Pueblos Originarios, en un rápido análisis podríamos transpolar esto de acuerdo a nuestra mirada y a la “importancia de no permitirse la desintegración de la cultura ante la anarquia tecnoglobalizadora. Por lo que ahora, más que nunca, es un momento de héroes (heroínas), ídolos (ídolas) y símbolos” dice el streamer.