Revista La U

Cambio de rumbo

Editorial – Diciembre de 2013

Noviembre de 1982. Una larga fila de jóvenes espera para inscribirse como aspirante para ingresar a estudiar en la UNSJ. En realidad no es una sola fila, son varias, una por cada carrera de la Facultad de Ciencias Sociales. Lo notable era que dos de esas filas superaban por mucho al resto: eran las que reunían a los que querían estudiar Sociología y Ciencias Políticas, dos carreras que durante la dictadura cívico militar que había comenzado en 1976, se habían cerrado. En la espera hay jóvenes, recién salidos de la secundaria, pero también los hay mayores, que tuvieron que dejar de estudiar porque les cerraron las carreras. Y hasta adultos, entusiasmados por el inminente retorno de la democracia al país.
Veo esta escena desde la ventanilla de la línea 10 que me lleva desde la casa de un compañero (yo era estudiante de Ingeniería desde el `79), en Rivadavia, hasta el centro. La avenida Ignacio de la Roza, que todavía algunos llamaban Cereceto, era una vía más angosta, con árboles inmensos en ambos costados. Por entonces, la Facultad de Ciencias Sociales y un poco más allá, la Universidad Católica de Cuyo, parecían ser el confín de la ciudad. En el colectivo, cerca de mí, dos señores mayores conversan sobre la escena: “Está bien que estudien, ahora que todo empezó a cambiar”, dicen.
Yo no lo sabía entonces, pero fui testigo de una historia que empezaba a escribirse en esa fila, en esa espera de jóvenes deseosos de recuperar el debate, la libre expresión de sus ideas y el ejercicio de las instituciones, desde las aulas de la universidad. Hoy, a 30 años y mirando en perspectiva, recuerdo las palabras de aquel señor mayor en el colectivo y coincido plenamente con su apreciación: todo empezó a cambiar.
A la Universidad Nacional de San Juan le llevó un tiempo adecuar su funcionamiento interno a la democracia recién recuperada. En 1986 asumió el primer rector elegido democráticamente por la Asamblea Universitaria: el arquitecto Sebastián Villar, acompañado por la profesora Cristina Krause. El sistema era el de voto indirecto y el mandato de las duplas rector/vice y decano/vice duraba dos años. La UNSJ tampoco tenía estatuto propio y fue recién durante el primer mandato del ingeniero Tulio Del Bono cuando la Asamblea Universitaria aprobó la norma. En el Estatuto Universitario, la UNSJ incorporó con voz y voto al personal de apoyo universitario al cogobierno dentro del Consejo Superior, siendo la primera universidad nacional en adoptar esta decisión.
De a poco, pero en forma sostenida, en el Consejo Superior y en el Rectorado mismo empiezan a ponerse en marcha otros mecanismos de participación, a tono con la democracia. El Consejo Social Asesor surge como una necesidad de los universitarios de escuchar a la comunidad en la que se inserta la UNSJ y de responder a sus demandas. Con este espíritu se crea también la Secretaría de Extensión Universitaria en el Rectorado y en las facultades y dentro de ellas, surge el Programa Universitario de Asistencia Municipal, como una forma de responder a las demandas de los departamentos de la provincia. Se suceden los convenios con municipios, organizaciones no gubernamentales, entes intermedios de la provincia y la región, que permiten que la UNSJ se vincule de manera efectiva dentro de la comunidad.
Participar y permitir la participación de todos: tal fue y es la premisa. A 30 años de aquella recuperación de la democracia, estoy convencido de que no hemos equivocado el camino. Por el contrario, creo que debemos intensificarlo. Hace poco, hablando ante jóvenes egresados, aseguré que la participación es un derecho y un compromiso. En ese sentido, sostengo firmemente lo que nuestro estatuto enuncia, cuando habla de los fines de la universidad: la formación integral de hombres y mujeres libres en una sociedad auténticamente democrática, centrada en ideales de independencia y participación; hombres y mujeres comprometidos con el ser nacional y con su realidad local y regional.
Estos son, a mi entender, los objetivos que no debemos perder de vista. A esa tarea estamos abocados, escuchando todas las voces, atendiendo el sano disenso y el debate de ideas, custodiando celosamente el espacio en el que todos puedan expresarse y apoyando todas las iniciativas que tiendan a ello.
Este es el rol de la universidad en la democracia. Y es mi aspiración, cuando termine mi tarea como rector de la UNSJ, dejar a quien me suceda una institución que educa para la democracia, a través de la solidaridad, la responsabilidad social, el compromiso por el acceso igualitario al conocimiento y la difusión de la ciencia, las manifestaciones artísticas y el libre pensamiento de todos.

Rector Oscar Nasisi

Escribe:

Dr. Ing. Oscar Nasisi
Rector de la Universidad Nacional de San Juan

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