
A través de una tesis de maestría Camila Mendoza realizó un análisis del trabajo lexicográfico del padre Valdivia sobre el allentiac, lengua huarpe. Quiere profundizar en esta lengua por fuera de la construcción del diccionario misionero para poder aportar a su enseñanza, su revitalización y divulgación “para que la academia nunca se quede hablando sola”, propone.
Por Belén Ferrer
Algunas ramas del estudio de las lenguas las conciben como un fenómeno que va más allá de un constructo fijo de normas establecidas y que es, fundamentalmente, una práctica social. En la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de San Juan, Camila Mendoza realizó su maestría en lingüística con la tesis «‘Xampechesnen Dar palabra’ en la lingüística misionera: análisis del trabajo lexicográfico del padre Valdivia sobre el allentiac (familia huarpe)». Tuvo como directora a la doctora Hebe González (UNSJ) y como codirectora a la doctora Sofía de Mauro (Universidad Nacional de Córdoba).
Mendoza tomó la definición de lingüística misionera (LM) de Esther Hernández, ya que la define como la serie de producciones lingüísticas que tratan lenguas «exóticas» desde una perspectiva occidental, que fueron escritas por religiosos y que tienen una finalidad didáctica (orientada a facilitar la comunicación entre hablantes de lenguas diferentes). “Me quedo sobre todo con que es la producción lingüística de distintos clérigos (misioneros) encargados de registrar lenguas desconocidas según su visión occidental y así facilitar tareas que requieren una comunicación mínimamente fluida con sus hablantes”, indica la reciente magister. Por esto, considera que “la obra del padre Luis de Valdivia entra perfecto en esta categoría”.
El padre Valdivia fue un sacerdote jesuita, nacido en España, encargado de documentar lenguas indígenas para facilitar la evangelización como parte del programa colonial europeo. En ese marco, él registró el allentiac y millcayac (lenguas de la familia huarpe) y también el mapudungun (lengua del pueblo mapuche) desde Chile. Elaboró diccionarios, gramáticas, confesionarios y más, para que otros sacerdotes luego pudieran enseñar la doctrina cristiana a cada pueblo originario en sus propias lenguas. En el caso huarpe, prácticamente todo lo que se conoce del allentiac y el millcayac proviene en última instancia de la obra de Valdivia, publicada en 1607. Fuera de eso, este sacerdote también es conocido por haber desarrollado la estrategia de «Guerra defensiva» para reducir las peores hostilidades a las comunidades mapuche, una figura pacificadora para los estándares de la conquista.
Camila estudió por primera vez la lingüística misionera en genera en un seminario que dio en la UNC su codirectora Sofía de Mauro con su equipo: “Me pareció demasiado interesante revisar estas tramas de la conquista y colonización de América. E inmediatamente pensé en estudiar los tratados de Valdivia porque quise aprender sobre las lenguas de mi provincia natal, San Juan. Mi directora Hebe González me guió ahí en el estudio de lenguas minoritarias. Todos los caminos conducían a este tema”.
En la tesis, lo primero que hizo fue contextualizar el registro de Valdivia sobre el allentiac. Luego se enfocó en un diccionario bilingüe español-allentiac que forma parte del tratado original. Ahí identificó las entradas léxicas en español que provienen de otros diccionarios populares en su época, sistematizó todo lo innovador de Valdivia para clasificar sus unidades originales e investigar en qué se pudo haber basado para registrar algo innovador sin copiar modelos previos: “Hay mucho material que parece haber sido elegido por influencia de la lengua indígena sobre las entradas léxicas en español”.
Lo que sigue para esta investigadora es rastrear las fuentes e influencias de Valdivia en las obras sobre el léxico de las otras lenguas que él registró: el tratado sobre el millcayac y su obra sobre el mapudungun: “También pienso estudiar más a fondo el allentiac, fuera de la construcción del diccionario misionero, para poder aportar a la enseñanza de esa lengua, a la revitalización y divulgación sobre ese tema. Todo eso me parece fundamental, para que la academia nunca se quede hablando sola”.


