E D I T O R I A L
La Universidad:
un espacio
democrático, creativo y plural
Desde
la fundación de la primera universidad de habla
hispana, la Universidad de Salamanca en 1218, por
Alfonso IX, el régimen de éstas estuvo
ligado a un concepto de autoridad basado en el orden
eclesiástico y monárquico. En Latinoamérica,
en 1551 por Cédula Real, se crea la Real y
Pontificia Universidad de México, denominada
así porque, como las demás universidades
del mundo hispánico, fue fundada por concesión
del monarca y del papa. Con la creación de
la Universidad de Córdoba en 1622, se inicia
la historia de la educación superior en Argentina,
igualmente marcada por un perfil teológico-filosófico
que lentamente se va abriendo al desarrollo del estudio
de las leyes, la ciencia y la técnica.
Este concepto
de autoridad es cuestionado con el paso del tiempo
en razón de los cambios ideológicos
y movimientos sociales. Así, por ejemplo, en
1885 se promulga la Ley Avellaneda que contemplaba
el gobierno autónomo y dotaba de presupuesto
propio a las universidades. Tal ley lamentablemente
fue reformulada retrotrayendo este concepto. En la
UBA, en 1904, se reforman los estatutos transformando
las Academias Vitalicias, órgano aristocrático
de conducción, en Consejo de orden electivo
con representación docente, lo que puede considerarse
un paso más hacia la democratización
universitaria.
Es reconocido
en toda Latinoamérica el manifiesto del primer
Congreso Nacional de Estudiantes, realizado en 1918
en Córdoba, que proclama la necesidad de la
autonomía, del gobierno tripartito paritario,
de la asistencia libre, del régimen de concursos,
y de la libertad y periodicidad de la cátedra.
Esta proclama es el punto de quiebre con el concepto
de universidad aristocrática y clerical y constituye
el germen que introduce el concepto de democracia
en la vida universitaria. Aún en permanente
debate, el concepto de democracia indisociable del
de universidad, adquiere sentido en relación
con los conceptos de autonomía, libertad de
pensamiento, gratuidad y participación.
Actualmente, en
relación con el Estado, la Universidad es autónoma
en tanto tiene capacidad para darse sus propias normas
de funcionamiento y de gobierno, y regular aspectos
académicos en el marco de las leyes universitarias.
Cada uno de sus miembros, en el ejercicio de sus actividades,
tiene libertad para la exposición de sus ideas
en el plano científico o artístico.
La libertad implica simultáneamente la responsabilidad
frente a estas opiniones. Este principio es lo que
hace que la universidad sea un espacio abierto, creativo,
plural, con fronteras dinámicas, con fuerza
para resistir imposiciones a través del poder
del pensamiento y del conocimiento.
El concepto
de democracia implica la participación de los
distintos sectores en el gobierno de la institución
de la que forman parte. En las Universi-dades Nacionales,
los estamentos de docentes, estudiantes y graduados
participan a través de sus representantes en
los Consejos Superiores y Consejos Directivos. Nuestra
Universidad, junto a algunas otras, por la incidencia
de los movimientos sociales de los trabajadores y
estudiantes, amplía tal esquema de representación
incluyendo al Personal de Apoyo Universitario. Recientemente
en la UNSJ, avanzando aún más en la
modalidad de participación, la elección
de las autoridades ejecutivas, es por el voto directo.
Este sistema de elección a la vez que profundiza
la democracia hace de la participación no sólo
un derecho sino también una obligación
que no debe eludir ningún miembro de la comunidad
universitaria 
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