La gran investigadora de la UNSJ, doctora arquitecta Irene Blasco Lucas, habla de esta sociedad no inclusiva en cuanto a derechos y lugares de mujeres.
Por Fabián Rojas
En 2008, la doctora arquitecta Irene Alicia Blasco Lucas, docente e investigadora de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNSJ, fue distinguida en Escocia con el premio de la Red Mundial de Energías Renovables a los Pioneros (WREN Pioneer Award). Aquella vez, Revista la U titulaba esa nota “Una pionera de las energías renovables”, porque Irene ya incursionaba en esa temática desde hacía años y su membresía en aquella Red databa de 1993. Hoy puede reafirmarse que es pionera, porque el presente la encuentra en la dirección del Proyecto “Hoja de ruta modelo para rehabilitación de viviendas como aporte a una ciudad sustentable”. La arquitecta cuenta que el objetivo es lograr un modelo local de una guía para la rehabilitación sustentable de viviendas que sea un potente sistema de herramientas para la inclusión participativa de usuarios y usuarias en el diseño de sus propios planes de renovaciones edilicias profundas. “Gran parte de los edificios de nuestra ciudad ya ha cumplido o llegarán pronto a los 50 años de vida luego de la paulatina reconstrucción de San Juan. Pretende ser un aporte a programas de financiamiento de entes gubernamentales y, por supuesto, involucra el uso de energías renovables entre los múltiples requerimientos que impone el concepto de sustentabilidad”, describe. Luego, Irene pone pausa a los objetivos de su nuevo proyecto para hablar desde su lugar como mujer universitaria e investigadora. Tiene bastante para decir.
– ¿Cree que la sociedad sanjuanina está encaminada a ser inclusiva respecto de derechos de mujeres?
-No opino como especialista en la temática de género, tan solo como ciudadana a través de las vivencias personales y de la observación de las experimentadas por amistades, por conocidas y en círculos más amplios de difusión de casos y situaciones. Creo que en nuestra provincia y en nuestro país pasará mucho tiempo todavía para que se transforme en una sociedad inclusiva que respete plenamente los derechos de las mujeres. Si bien hay grupos de personas que están llevando a cabo muchas acciones para que el problema se visibilice y transparente, todavía no existe conciencia en la mayoría de la población, tanto hombres como mujeres de cualquier nivel social, de cómo esos derechos no son respetados, y por lo tanto no se advierte la necesidad urgente de que haya un cambio.
Siempre sufren menos discriminación aquellas mujeres que se desenvuelven en roles laborales reconocidos tradicionalmente como femeninos, entonces ellas no sienten ni entienden que no se respetan los derechos de otras en diferente condición
– ¿Siente que, por ser mujer, a usted le ha costado más que a cualquier varón llegar al lugar que ocupa como investigadora?
-También en mi caso me costó darme cuenta y aceptar que debí afrontar más dificultades que mis colegas masculinos, pues es el “status quo” generalizado y entonces no se percibe con toda su intensidad el elevado nivel de injusticia existente. Además, hay muchos matices, siempre sufren menos discriminación aquellas mujeres que se desenvuelven en roles laborales reconocidos tradicionalmente como femeninos, entonces ellas no sienten ni entienden que no se respetan los derechos de otras en diferente condición. Tampoco comprenden el tema aquellas mujeres que pueden desarrollarse plenamente en su trabajo gracias a que tienen un fuerte apoyo de algún referente masculino, comúnmente conocido como “paraguas”.
– ¿Alguna experiencia de discriminación?
-Como Arquitecta interesada en temas tecnológicos me tocó trabajar en ámbitos donde predominaban los hombres y a diario había expresiones y actitudes haciendo notar que no era admitida como igual en los equipos. Cada vez que yo estaba en una reunión, un colega masculino decía abiertamente “no puedo trabajar cuando tengo a la vista una cartera de mujer”, o un jefe preguntaba: “Y usted, arquitecta, ¿cómo hace con sus hijos para poder estar aquí?”. Esto, sólo como ejemplo de las situaciones más simples y sutiles, para no entrar en las más complejas, que siendo muchas pueden ser además muy molestas.
– Es decir, hay fuertes señales de machismo en el ámbito de la investigación universitaria…
– Lamentablemente todavía hay muchas señales de machismo en los ámbitos universitarios y de investigación, aunque rápidamente va aumentando la cantidad de mujeres que se dedican a la actividad, pero hasta eso tiene un trasfondo machista, pues al irse degradando los sueldos del personal científico, los hombres se quedan solo en aquellos puestos mejor pagados o renuncian para buscar lugares más rentables, mientras que las mujeres se resignan a ganar menos para poder tener un trabajo. El económico es uno de los tantos aspectos que lo demuestran, pero aún parece no ser visualizado como tal.
– ¿Considera que la Universidad pública hoy vela por la igualdad de acceso a la educación entre mujeres y varones?
-Aunque en principio la Universidad pública como institución brinda igualdad de acceso a varones y mujeres, no tiene incorporados las facilidades y apoyos especiales que necesitan las mujeres en la actual realidad del entorno machista, sobre todo cuando deben afrontar la maternidad durante los estudios. Por otro lado, muchos docentes creen que el género femenino no está capacitado intelectual y emocionalmente para llegar a ser profesional universitario y les ponen múltiples barreras. En este sentido, creo que es un gran avance la obligatoriedad de aplicación de la Ley Micaela, pues los cursos implementados son de alto nivel y contribuirán eficazmente a la necesaria concientización en esta problemática y, por ende, a disminuir la violencia de género en todos sus tipos.